Un poco de nuestra historia

Nuestros orígenes se remontan a finales del siglo XVII, cuando estas tierras formaban parte de los grandes latifundios de la Casa Ducal de Osuna y comenzaban a poblarse de cortijos y ranchos agrícolas. Con el tiempo, la Ratera llegó a conocerse como Ratera Vieja y Ratera Nueva, reflejando la importancia de este enclave rural dentro del término de Osuna.

En el año 1700, los moradores de la Ratera solicitaron permiso para levantar una ermita propia, ya que la antigua capilla del cercano pago del Campillo estaba en ruinas y resultaba peligroso desplazarse hasta allí para oír misa. En 1703 se concedió la licencia y nació la actual ermita de Nuestra Señora de la Encarnación de la Ratera, pequeña pero significativa, que desde entonces ha sido el corazón espiritual del cortijo y de las gentes de su entorno.

Dentro de la ermita se conserva un valioso exvoto pictórico fechado en 1757, que narra uno de los episodios más recordados de su historia. En él se representa el grave accidente sufrido por Juan de Valdivia y su apoderado Diego Guillén, cuando un caballo desbocado los arrastró y estuvo a punto de causarles la muerte. Ambos se encomendaron a la Virgen de la Encarnación y, contra todo pronóstico, salieron ilesos. En agradecimiento mandaron pintar el cuadro, que muestra la escena del peligro bajo la mirada protectora de la Virgen y recoge por escrito el milagro.

Este exvoto, junto con la imagen de la Virgen y otros testimonios devocionales conservados en la capilla, recuerda la profunda religiosidad popular ligada a la Ratera: una fe sencilla, nacida en el campo, que durante siglos ha atribuido a Nuestra Señora de la Encarnación la protección de las personas, las cosechas y los caminos que rodean este histórico cortijo andaluz. Aunque hoy no se conserva físicamente, en el propio exvoto aparece representada la campana de la ermita, lo que confirma su existencia histórica. Según las creencias fue sustraída durante la Guerra Civil Española.